César Borgia es quizá uno de los personajes más polémicos de la historia. Desde aquellos que lo admiran por su mente estratégica y su visión realista, hasta aquellos que lo odian por sus actos crueles y sus megalomanías, César no deja indiferente a nadie.
Segundo hijo del cardenal Rodrigo Borgia, César destacó rápidamente por tener una gran energía y una gran ambición. Debido a que era el segundón de la familia, estaba destinado a una carrera eclesiástica, mientras que su hermano mayor Juan fue nombrado duque de Gandía y posteriormente capitán de los ejércitos pontificios cuando su padre se convierta en Alejandro VI.
César estudió teología y fue nombrado obispo de Pamplona, después ascendió a arzobispo de Valencia y finalmente a cardenal.
En 1492, Rodrigo Borgia es nombrado papa bajo el nombre de Alejandro VI por lo que Juan y César ocuparon puestos de gran relevancia dentro de la curia romana. En Roma eran conocidos los enfrentamientos entre los dos hermanos, ya que César deseaba el puesto de capitán de los ejércitos papales que poseía su hermano, ya que él no sentía ninguna atracción por la carrera eclesiástica a la que se le había advocado.
En 1497 Juan apareció muerto en el río Tíber, corrieron rumores de que había sido el propio César el que había ordenado que fuese asesinado, pero Alejandro VI suspendió las investigaciones. Al año siguiente renunció al cardenalato y ocupó el antiguo cargo de su hermano de capitán de las tropas del Vaticano.
Fuera de Italia, Francia deseaba ampliar sus dominios en el sur de Europa por lo que buscará una alianza con el papado para poder tomar la ciudad de Milán. César es nombrado embajador y luego participará en la campaña francesa para tomar el Ducado de Milán. Posteriormente a ello, con el apoyo de parte del ejército Luis XII, el hijo del papa tomará Imola y Forlí defendida por Catalina Sforza. En 1500 extiende más su dominio por la región haciéndose con el título de señor de la Romaña. En 1501 participará en la toma de Nápoles por parte de Francia y en 1502 emprenderá una campaña para tomar el Ducado de Camerino y se prepara para conquistar la ciudad de Bolonia al año siguiente.
Sin embargo en 1503 comenzó la caída de César. En agosto su padre cayó enfermo -o envenenado- y murió a los pocos días. César Borgia poseía todavía influencia en Roma por lo que presionó para que se eligiese a un candidato apropiado. En un acuerdo con los franceses, César les prestaba su ejército y presionaba para que fuese nombrado papa el cardenal francés a cambio de poder mantener sus posesiones territoriales. No obstante, el candidato francés no fue escogido y se nombró papa Pío III. El nuevo papa estaba enfermo y murió poco después, por lo que un nuevo cónclave fue proclamando y fue nombrado papa Giuliano della Rovere -Julio II- que será un acérrimo enemigo y emprenderá una campaña contra las conquistas de los Borgia. Julio II ordenó que César sea detenido y se ve obligado a ceder muchas de las plazas que había conquistado como moneda de cambio para su liberación. Una vez recuperada la libertad se dirigió al sur, al reino de Nápoles ocupado por los españoles. Los Reyes Católicos, que apoyaban a la Iglesia de Roma detuvieron César y los trasladaron a la Península donde fue encarcelado durante varios años.
En 1506 consiguió escapar y se dirigió al norte, al reino de Navarra donde es acogido por el rey Juan -su cuñado-. Con el mando de tropas navarras se puso en marcha para tomar varias plazas, entre ellas la villa de Viana. Durante el asedio al castillo, las tropas asediadas rompieron el cerco, y César se lanza en su persecución pero cayó en una emboscada en una región conocida como “Barranca Salada”, por lo que muere luchando.
Desde joven, César destacó como un joven con ambición y que deseaba conquistar el poder, para ello solo hay que recordar su lema personal “Aut Caesar aut nihil” – O César o Nada-. A nuestros días nos ha llegado su fama de cruel, mentiroso y maquiavélico, especialmente debido a libro “El príncipe” que escribió Maquiavelo. Sin embargo, César Borgia fue un hombre de su tiempo, un momento en el que Italia se encontraba dividida en numerosos estados pequeños que luchaban por sobrevivir rodeados por enemigos. Es
decir, él realizó los mismos actos que otros príncipes italianos y europeos. Además, la familia de los Borgia poseía muchos enemigos dentro de Roma, por ello mucha de la mala fama que posee este linaje se debe a las propagandas y rumores que hacían correr por las calles sus rivales.
Uno de sus actos más conocidos fue el engaño que realizó contra varios de sus capitanes – Liverotto, Vitelli y los hermanos Orsini-. Sabedor de la conspiración que tramaban contra él, se aseguró los apoyos extranjeros y, a continuación intentó dividir a los conspiradores sembrando dudas. Las acciones dieron sus frutos y los capitanes buscaron el perdón de César. Éste mostró clemencia y celebraron una reconciliación, pero en un momento de la reunión, César se excusó y salió de la habitación, para que inmediatamente sus hombres armados entrasen en la estancia y detuviesen a los capitanes. Al día siguiente fueron ejecutados.
César sabía perfectamente que si sus capitanes hubiesen visto la oportunidad no habrían tenido clemencia con él, por lo que no los podía perdonar ya que a la mínima ocasión volverían a conspirar contra él.
Otra acción que muestra la mentalidad de César fue su acto de pacificar la región de la Romaña recién conquistada. Remirro de Orco era uno de sus hombres más crueles por lo que le encargó establecer justicia y paz en la zona. De Orco utilizando sus métodos consiguió restablecer la paz y eliminar a los posibles enemigos. Dos años después, en 1502 él denunció públicamente que estaba en contra de los métodos brutales de De Orco por lo que lo encarceló en Cesena y poco tiempo después Remirro de Orco apareció muerto.
Irónicamente esto le hizo ganar más aprobación y apoyo a César en la Romaña, ya que la gente poseía un gran resentimiento hacia de Orco. César sabía que él no podía aparecer como el agente causante de la justicia, por lo que tuvo que buscar a una cabeza de turco para que hiciese el trabajo sucio y así poder mantener él una buena reputación.
Es evidente que César Borgia utilizaba a las personas y solo le interesaba el poder, pero dentro de la historia, nunca nos debemos de olvidar de colocar a cada persona o acontecimiento dentro de su contexto ya que si solo lo vemos desde nuestra visión del siglo XXI no podremos llegar a entender muchas de las situaciones y nos puede llevar a sacar conclusiones precipitadas o erróneas.
Bibliografía:
CLOULAS, I.; Los Borgia; Javier Vergara ed.; Buenos Aires; 1989.