La batalla de Manzikert es una de las batallas más importantes de la historia, y que sin embargo a caído en el olvido. El poderoso Imperio Bizantino se encontraba sumido en una crisis interna. Con la muerte de Basilio II (976-1025), su sucesor heredó un trono en el que los enemigos externos habían sido derrotados, pero que internamente, el gobierno se encontraba enfrentado entre dos poderes diferentes; por un lado la aristocracia militar y por otro lado los grandes terratenientes. Estos hombres, defensores de una burocracia civil, habían ido alcanzando su poder a través de la compra de las tierras de pequeños propietarios arruinados a los que habían convertido en colonos. El ascenso de este nuevo poder fuera de las cortes, era visto con recelo y preocupación en Constantinopla, ya que podían amenazar el poder centralizado del basileus.
En esta situación, los nuevos emperadores tuvieron que luchar para contener a los dos bandos. Siendo patente los problemas fronterizos que sufría el imperio, la aristocracia militar pretendía ascender a un basileus proclive a sus ideas, no obstante, fueron varios los emperadores del bando de los funcionarios civiles los que ocuparon el trono en estos momentos. Estos hombres, contrarios a los militares decretaron recortes en el presupuesto del ejército como excusa de la reducción de fondos debido a la pérdida de provincias.
Esta era la situación interna del Imperio Bizantino, cuando irrumpieron los turcos selyúcidas. Originarios de provincia del Turkestán, el Islam llegó a estos pueblos en el siglo X. Tras su conversión, los hombres eran reclutados como tropas complementarias a los ejércitos del Islam en las campañas hacia el oeste. Con la extensión de los territorios musulmanes, se formó un proceso migratorio para ocupar los nuevos territorios, esto dejó la zona central de Irak libre para que estos pueblos dirigidos por un hombre llamado Selyuq se establecieran en esa zona. Desde esta posición, aprovecharon la débil situación del poder central para realizar razzias y saqueos y establecerse como señores de la amplia región. Guiados por uno de los sucesores de Selyuq, Tugril Beg ocuparon Irán y establecieron su capital en Ispahán.
En su conversión al Islam, entraron en la ortodoxia sunní al igual que el califa de Bagdad que se encontraba enfrentado a sus vecinos chiíes. Tugril Beg atacó a los enemigos del califa y entró como héroe en Bagdad. Con el apoyo y la aprobación del Califa, se convirtió en el sultán de Oriente y Occidente. Su próximo objetivo era su expansión hacia el oeste, donde se encontraban los bizantinos.
Antes de la llegada de los turcos, existía un statu quo entre el Imperio Bizantino, el califato y los fatimies de Egipto, que beneficiaba a las rutas comerciales y al intercambio cultural, ya que las pequeñas disputas quedaban rápidamente solucionadas en pro de los beneficios comerciales. No obstante, con la llegada de estos nuevos pueblos, el fanatismo religioso sunní prevaleció sobre los intercambios, lo que significó un mayor daño a la maltrecha economía bizantina.
Antes de enfrentarse a los bizantinos, Tugril Beg tuvo que hacer frente a varios problemas internos y rebeldes chiíes en la zona de Siria-Palestina, pero una vez eliminados estos problemas, centró sus ojos en las fronteras del Imperio.
Las invasiones selyúcidas llegaron en un mal momento para Bizancio, con una política civilista, la corte tenía olvidada las provincias fronterizas en Armenia y el Eúfrates, por lo que fueron presa fácil para los selyúcidas. En la corte bizantina, el emperador Constantino X murió en 1067 lo que abría el trono a un nuevo basileus. Ya que el momento era delicado, fue llamado a ocupar el trono uno de los generales de Constantino X, Romano Diógenes. Él había alcanzado un renombre gracias a sus acciones contra los enemigos búlgaros, por lo que su astucia en la guerra era necesaria para enfrentarse a estos nuevos enemigos del este. En 1068 fue coronado con el nombre de Romano IV. Pero el panorama que se encontró no era fácil, el Imperio estaba presionada por los tres frentes, en el norte por los búlgaros, en el oeste sus últimos dominios italianos estaban amenazados por la llegada de pueblos normandos y en el este por los turcos.
Romano decidió dar por perdidos los relativamente lejanos territorios italianos y centrarse en las amenazas más cercanas de búlgaros y turcos. Pero el ejército a su disposición no era el más adecuado para llevar a cabo estas tareas. Con las políticas civilistas, los recortes en el presupuesto militar y la eliminación de tropas, el ejército imperial había dejado de ser una máquina profesional y bien equipada.
El ejército imperial se vio obligado a evolucionar, y a mantenerse en constante innovación para poder hacer frente a los nuevos enemigos que se acercaban a su frontera. Como resultado, el viejo legionario fue relegado por la caballería pesada. Los catafractos eran el arma principal de los ejércitos imperiales, jinetes fuertemente acorazados con lanzas y escudos que podían lanzar una gran carga contra las filas enemigas. Sin embargo, tanto los caballos como los jinetes se cansaban pronto, por lo que no eran útiles para luchas prolongadas contra los enemigos, o para las persecuciones de las tropas que huían. Complementando a los catafractos, la caballería ligera formada por arqueros a caballo eran generalmente mercenarios turcos o vasallos búlgaros, los cuales tenían una lealtad dudosa.
La infantería había sido relegada a un segundo plano, por lo que pasó de ser un cuerpo profesional y altamente disciplinado a estar compuesto por soldados campesinos que eran reclutados en épocas de necesidad. A estas tropas solían acompañar mercenarios europeos como francos o normandos. La élite de la infantería estaba compuesta por la guardia varega -cuerpo encargado de la protección del emperador, creado por Basilio II y que estaba compuesto por escandinavos-.
Este era el ejército que había reunido Romano IV para enfrenarse a los selyúcidas. Frente a él, los turcos destacaban por poseer una caballería ligera con una gran movilidad, la cual solían usar como baza para enfrentarse a ejércitos más poderosos pero más lentos.
En 1071, el basielus comenzó la campaña, el ejército se puso lentamente en marcha debido a la gran cantidad de carruajes que les seguían con todas las provisiones para la campaña. Adentrándose en Anatolia, Romano se dirigió hacia Armenia para tomar varias fortalezas que sirviesen como frontera para futuros ataques turcos. Una pequeña parte de las tropas, formada por los mercenarios normandos y otros contingentes fueron despachados para tomar fortificaciones cercanas. Sin prestar mucha atención al trabajo de inteligencia, no se dio cuenta de que los turcos al mando del nuevo sultán Alp Arslan se encontraban avanzando a su encuentro.
Cuando ambos enemigos se encontraron en el campo de batalla. Romano formó a su ejército con la pesada caballería al frente y a los flancos los hombres reclutados en las diferentes provincias. En una segunda línea mercenarios normandos y el propio emperador preparado para la batalla. Su enemigo, que realmente no suponía una amenaza ante los fortificados catafractos disponía de una amplia movilidad que estaba dispuesto a explotar.
La batalla comenzó con el ataqué turco sobre las tropas imperiales provocándolas a avanzar y a cansarse en persecución de los ágiles jinetes, para convertirse luego en presa fácil. Romano viendo la oportunidad, lanzó sucesivas cargas sobre los jinetes enemigos que fueron rechazadas todas. En los flancos de la batalla, los mercenarios turcos se enfrentaron a sus hermanos, pero fueron superados. Los hombres de Alp Arslan fueron formando una
media luna a medida que las tropas imperiales avanzaban y eran fácilmente rodeadas.
Romano se dio cuenta este movimiento y ordenó la retirada de sus hombres en los flancos. No obstante en este momento llega el desastre, quizá por falta de comunicación o porque los hombres de los extremos interpretaron la orden como una derrota. La huida de estas tropas obligó al emperador a entrar en batalla para que el pánico no se contagiase a todo el ejército. Rodeado por su guardia varega estableció combate -muchas de las fuentes contemporáneas reflejan la valentía del cesar-. Sin embargo, superado en número, el basileus fue capturado y la huida fue generalizada. Alp Arslan envió sus refuerzos para comenzar una persecución del enemigo y derrotarlos definitivamente.
¿Qué consecuencias directas tuvo la batalla? La primera de ellas, fue la captura del emperador por sus enemigos. El Imperio se vio obligado a pagar un amplio rescate por
él -era la primera vez que un emperador era capturado-, haciendo además que las condiciones de paz fuesen mucho más severas. El territorio recuperado fue perdido de nuevo y además Bizancio estuvo obligada a pagar un tributo anual.
En la capital, las noticas de la derrota del emperador y el desconocimiento de la suerte que había corrido en la batalla, provocaron un estado de nerviosismo en la corte que los enemigos aprovecharon para poder instaurar un nuevo emperador. Miguel VII Ducas, hijo del emperador Constantino X fue proclamando basileus. Su primera medida fue enfrentarse a las últimas tropas de su predecesor, al cual derrotó y expulsó. Romano moriría poco después debido a las heridas sufridas en batalla. Además el nuevo cesar no reconoció el tratado firmado por Romano con Alp Arslan, lo que permitió al selyúcida a seguir atacando toda la Anatolia durante los siguientes años.
Por último, la batalla tendría consecuencia indirecta a largo plazo. 24 años después de la batalla y tras los continuos saqueos de los turcos, el nuevo emperador Alejo solicitó al papa Urbano II un pequeño contingente de hombres para hacer frente a sus enemigos. El papa en un encendido discurso en Clermont arengó a todos los reyes, príncipes y hombres cristianos a unirse bajo la señal de la cruz y retomar Tierra Santa, comenzando un período de hostilidad entre Occidente y Oriente que continua a día de hoy.
Bibliografía:
VASILIEV, A.; Historia del Imperio Bizantino; Edición electrónica; Madrid; 2003.
MARTIN, G.; La batalla de Manzikert; 2009. http://imperiobizantino.wordpress.com/
MARKHAM, P.; The Battle of Manzikert: Military Disaster or Political Failure?.