¿De dónde viene la superstición del Mal de Ojo? Es costumbre que cuando viajamos a Turquía, o lo hace algún familiar nuestro, siempre lo normal es traer un ojo de protección para evitar que alguien con mala fe, todo sea dicho, arroje sobre nosotros una maldición que nos haga lamentar alguna acción pasada sobre el sujeto ofendido. En realidad, esta creencia es mucho más remota de lo que nos podamos imaginar, concretamente arranca en el Antiguo Egipto.
Todo responde al jeroglífico “wedjat”, más conocido como el Ojo de Horus, que siempre ha encerrado un fuerte simbolismo mágico. Desde las tempranas horas de la civilización egipcia, este Ojo fue parte del mito de los Ojos del Gran Halcón Horus: El izquierdo, asociado a la luna- Ojo de Horus- y el derecho al sol- Ojo de Ra-.
Los egipcios crearon el mito del Ojo de Horus para justificar la resurrección final de Osiris y, con ello el poder asociado a la prevención de grandes males como las enfermedades, la muerte y las maldiciones. Dicho mito recoge el momento en el que Horus, heredero de Osiris, buscaba vengarse de la doble y cruel muerte de su padre, la cual fue tejida maquiavélicamente por su caótico tío Seth a fin de hacerse con el trono.
Dentro del mito la violencia entre ambos personajes se incrementa hasta el punto de que comprobamos momentos de violación entre Seth y Horus, en lo que se ha querido traducir como la primera escena homosexual egipcia. Pero principalmente, el tema siembra un final en el que Seth consigue arrancar de algún modo uno o los dos ojos de Horus. Según el Papiro Jumilhac, se dice que Anubis fue el encargado de enterrar los ojos de Horus, para luego ser finalmente hallados por su madre Isis con la consecuente revivificación. Una versión más macabra, como la planteada por el Papiro mágico Harris, nos presenta la historia como el resultado a la violación perpretada por un airado Horus hacia su madre a orillas del Nilo, consiguiendo el derramamiento de las lágrimas de la diosa. Set, en venganza por ese ultraje, habría atacado al ojo u ojos del dios, con su posterior cercenamiento. El dios quedaba ciego, pero su visión pudo ser restaurada gracias a la intervención de su propia magia o a la de otros dioses mágicos como: Isis o Tot.
El Ojo “Wedjat”, quedaba instaurado como un símbolo de poder, elemento necesario para la resurrección, ya que era capaz de devolver a la vida al mismísimo Osiris, así como a otros difuntos.
El término egipcio “Wedjat” se suele traducir como “el restaurado”, es por ello que resultaba conveniente su uso para sanar y proteger, motivo por el que siempre aparece envuelto como amuleto entre las momias durante el embalsamamiento. No sólo ejercía de protector como amuleto, sino también de vigilante del sarcófago, se pintaba siempre en el lado izquierdo del mismo para ejercer el poder de Ojo de Horus, razón por la cual la momia era ladeada ligeramente hacia la izquierda en su enterramiento. Concretamente, en la expedición Djehuty, por ejemplo, se halló la tumba de un infante de 5 años, cuyo sarcófago antropomórfico estaba completamente ladeado hacia la izquierda. Los barcos egipcios, en su proa, también llevaban pintados sendos ojos del dios para servir de guía al egipcio que emprendía su viaje.
El Ojo y su protección fue pasando de civilización en civilización, hasta que Egipto fue conquistada por los turcos en el 1517, estableciendo lo que se conoció como el Eyalato de Egipto. Las influencias pudieron pasar bien desde su conquista o a través del contacto con el Islam.
Fuera como fuese, las pruebas demuestran que Egipto sigue hoy presente en nuestras costumbres, forma de pensar, creencias religiosas e incluso supersticiones.
Bibliografía:
-WILKINSON, R., Reading Egyptian Art, Thames and Hudson, 1992, London.
-TYLDESLEY, J., Mitos y leyendas del Antiguo Egipto, Crítica, 2010, Barcelona.