Sobre la cultura egipcia, se han estudiado casi todos los aspectos posibles, pero uno de los menos estudiados es el ejército egipcio. Esto es debido a que los egipcios no nos han dejado amplias inscripciones sobre sus campañas, por lo menos hasta el Reino Nuevo. Para saber sobre las fuerzas armadas antes de esta época, tenemos las inscripciones en tumbas de algunos hombres importantes dentro de la jerarquía militar, -pero que solo hablan de su propia relevancia y los importantes logros que consiguieron alcanzar-, y de los relatos de algunas expediciones de los faraones para asegurar las rutas comerciales, o como castigo a alguna de las tribus desérticas vecinas.
El ejercito se denominaba mesha y se encontraba bajo el mando directo del rey, pero él delegaba estas funciones en varios generales de confianza. Aparte del ejército principal, unas fuerzas de milicia se encargaban de velar por la seguridad de las provincias y mantener el orden. Por último, se puede incluir dentro de las fuerzas militares, a la escolta real; la cual estaba compuesta por los hombres más fieles y forman parte de las fuerzas de élite.
Durante el Reino Antiguo, Egipto carecía de un enemigo poderoso que pudiese hacerle frente y amenazar sus fronteras. Para conocer las campañas del ejército, en esta etapa tenemos varias fuentes como son distintas biografías privadas -la de Uni e Hirkuf-, algunos graffitis y los anales de la piedra de Palermo. Pero al estudiar esto relatos hay que tener presente que muchas veces se esta jugando con el honor del país o de la persona protagonista, por lo que es muy frecuente la exageración de las hazañas y la repetición de clichés.
Para el Reino Medio, el número de inscripciones aumenta, en especial las biografías personales de miembros cercanos a la persona del faraón. También los relatos literarios son fuente de conocimiento para las campañas. En el relato de Sinuhé, el protagonista huye mientras se encuentra en una campaña bajo el reinado de Sesostris I.
Pero es durante el Reino Nuevo cuando los relatos militares alcanzan su cénit. Egipto como potencia imperialista, acababa de salir de una dominación extranjera y había vuelto a ser unificado de nuevo, por lo que necesitaba expandirse para ser otra vez una potencia en Oriente Próximo. Sin embargo, otras nuevas potencias habían surgido para hacerle frente, el reino de Mitanni, los asirios o los hititas. Por ello, Egipto se ve obligado a realizar numerosas campañas y su ejército se profesionaliza para poder hacer frente a los nuevos poderosos enemigos.
Maqueta del I Período Intermedio con tropas egipcias de escudo y lanza
En sus comienzos, las fuerzas militares egipcias estaban compuestas principalmente por infantería, tanto la de meleé, como por arqueros. Las principales armas serán las mazas de guerra, el hacha, las dagas y las lanzas. Durante el Reino Nuevo se añadieron también las espadas curvas de bronce. Para los arqueros, se utilizarán en especial los arqueros nubios, que poseían un gran prestigio como tropas auxiliares.
A partir del Segundo Período Intermedio a través de los hicsos llega el caballo y el carro a Egipto. Los carros son construidos en las principales ciudades y
Carro del rey Tutankhamon
rápidamente se convierte en un arma y un símbolo de estatus. Sobre el funcionamiento del carro durante las campañas, se barajan dos posibilidades, por un lado se defiende que el carro tenía la función de hostigamiento a la infantería enemiga en un número pequeño de unidades. Por otro lado, se defiende el uso masivo de carros como fuerza de choque contra otros carros enemigos o en cargas contra la infantería rival en una perfecta formación. No obstante esta última teoría plantea problemas en cuanto a la maniobrabilidad y la efectividad combativa de esta táctica.
En las conquistas del Reino Nuevo, destacan principalmente dos faraones como grandes guerreros. El primero de ellos es Tutmosis III, que en África, derrotó a los nubios en varias campañas y fundó una nueva ciudad llamada Napata que funcionaría como centro administrativo para controlar la región. Pero sus campañas más importantes se realizaron en Siria y Palestina, donde tuvo como principal enemigo a los mitannos.
Contra este poderoso imperio, se enfrentaría durante diecisiete campañas. La primera de ellas fue nada más llegar al trono tras la muerte de Hatshesput. En la ciudad de Megiddo, se había reunido una coalición de 33 príncipes dirigidos por el gobernante de la ciudad de Qadesh y auspiciada por el rey de Mitanni. Tutmosis III partió con su ejercito desde Menfis, y avanzó rápidamente hacia la ciudad para intentar atrapar al enemigo por sorpresa. Megiddo, se encontraba en una zona estratégica y para acceder a ella existían tres rutas principales. Los relatos de la campaña nos cuentan que el faraón convocó a sus generales para tomar una decisión, los cuales defendían una ruta algo más larga pero segura, mientras que el faraón, decidido a atacar prontamente la ciudad, escoge la ruta más corta pero peligrosa, porque los hombres y los carros debían marchar en una larga fila india.
La arriesgada apuesta de Tutmosis III surtió efecto, y consiguió tomar por sorpresa al ejército de la coalición y derrotarlo. Pero para conquistar la ciudad, Las tropas egipcias debieron poner sitio a la ciudad durante siete meses para poder hacerse con el control del asentamiento.
Tutmosis III salió victorioso de esta campaña, y se ganó el nombre de buen estratega militar. Entonces el rey creó un plan compuesto por varias campañas para consolidar el poder egipcio en el corredor sirio-palestino. El primer paso, fue consolidar los territorios conquistados a través de tributos y mantener los puertos, vitales para resguardar la flota. A continuación dirigió dos campañas contra la ciudad de Qadesh, ya que esta ciudad se encontraba en un punto estratégico junto al río Orontes.
Después de estas dos fases de consolidación, el faraón decidió atacar directamente a sus enemigos mitannos. Saqueo las tierras fronterizas del imperio y levantó una estela en la zona como conmemoración de su hazaña. El último paso será mantener y pacificar todo lo conquistado para sus sucesores. Las campañas finales fueron para eliminar sublevaciones y como castigo a otras poblaciones.
Relieve en el templo de Karnak, donde aparece Tutmosis III asesinando a sus enemigos
Para conmemorar todos sus éxitos, Tutmosis III creó en el templo de Karnak, unos anales donde relata todos los éxitos frente a sus enemigos. Concentrará sus relatos en los éxitos de Megiddo y en el ataque al territorio mitanno.
Poco después, y con la crisis de Amarna muchos de los territorios conquistados por los egipcios se perdieron frente al resurgimiento asirio y frente a una nueva potencia, los hititas. Este nuevo imperio le robó parte del territorio a los egipcios, volviendo a sacar de la influencia a las ciudades de Megiddo y Qadesh.
Con la subida al poder de los ramésidas, se inician las campañas para recuperar el imperio egipcio de Tutmosis III. Sobre todo, conocemos los enfrentamientos entre Ramses II y Muwatalli II. En este enfrentamiento, los egipcios avanzaron para retomar la ciudad de
Relieve de Abu Simbel de Ramses II en la batalla de Qadesh
Qadesh, pero el ejército hitita les tendió una emboscada. Los anales creados por Ramses II en las paredes del templo de Abu Simbel cuentan como los enemigos del faraón se lanzaron repentinamente contra sus tropas, poniéndolas en fuga y dejándolo a él abandonado con su guardia personal. Pero él sin miedo, se lanzó contra sus enemigos sintiendo el apoyo de su padre Amón y consiguió derrotarlos. Evidentemente, la realidad fue distinta y Ramses II se vio obligado a firmar una paz en la que se mantenía el statu quo en la zona. Esta paz firmada entre Ramses II y el rey hitita es el primer tratado de paz que conocemos al completo.
Los siguientes faraones tuvieron una estabilidad exterior relativa, ya que los principales enemigos comenzaron a desaparecer. Ramses III tuvo que hacer frente a una de las invasiones de Egipto de los pueblos del mar, los mismos que habían arrasado las costas sirio-palestinas y destruido el reino hitita. Sin embargo, con la crisis interna egipcia, el imperio fue reduciéndose cada vez más hasta quedarse dentro de las fronteras naturales.
Durante el III Período Intermedio y la Baja Época, Egipto estuvo dominado por potencias extranjeras y su ejército no poseía el poderío otras épocas. Los mercenarios, especialmente griegos se hicieron más numerosos y se fueron adoptando las tácticas de falange de estos soldados. Cuando Alejandro Magno conquistó Egipto, y Ptolomeo se hizo con el poder a su muerte, el ejército egipcio adoptó las tácticas y el armamento griego.
BIBLIOGRAFÍA:
HUSSON, G., VALBELLE, D.; Instituciones de Egipto, Cátedra, Madrid, 1998.
DESPERTA FERRO, Egipto, el Imperio Nuevo, Desperta Ferro Ediciones, Madrid.
MCDERMOT, B.; La guerra en el Antiguo Egipto, Crítica, Madrid, 2006.