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Desde la Antigüedad, la incertidumbre ante la hora de la muerte se convirtió en una constante vital, por ello surgieron los relojes. La evolución del tiempo en el arte se mide por la forma de los mismos, es decir, por cómo han ido adaptándose a los avances y necesidades de sus contemporáneos.

En el Barroco, el reloj ya se contemplaba como un elemento estructurador de la vida cotidiana. Las campanas de las múltiples iglesias o conventos que hubiera, señalaban el ritmo diario. Desde tiples o tenores, de contraltos a contrabajos, así eran los distintos tonos que marcaban la vida de los ciudadanos, como recogen Alcalá Zamora y Queipo de Llano con alusión al caso del Convento de San Martín en Madrid. Se sabe que los frailes de este Convento, mediante testimonios escritos, en el año 1639, le mandaron un memorial a Felipe IV para que les cediera las ruedas del reloj del Alcázar que estaba siendo desmontado para irse a la Zarzuela. En su memoria especificaban que desde su localización no oían los relojes de la villa situados en San Salvador y en Santa Cruz, y que eran necesarios para llegar pronto al oficio.

El tiempo en la pintura del barroco ha sido recogido e interpretado de muchas formas: signo de poder, reflejo de San Jerónimo e iconografía de la Muerte. Esta última reinterpretada en el arte desde un nuevo género que enmascara con belleza cotidiana la cruda realidad de su tiempo: los bodegones.

Los bodegones o vanidades, va a ser un género propio del período barroco, y muy acentuado sobre todo en el español. El sentido trascendental de la vida despierta en el ser la necesidad de la medida del tiempo, pues como se aprecia en cuadros como El Entierro del Conde Orgaz de El Greco, la mentalidad de entonces campaba más por lo supraterrenal que por lo real.
El tiempo de los bodegones tendrá su origen en el pintor italiano Caravaggio, en el siglo XVII, y en España seráStill_Life_with_Game_Fowl,Vegetables_and_Fruits,_Prado,_Museum,Madrid,1602,HernaniCollection Sánchez Cotán («Bodegón de caza, hortalizas y frutas») su más importante representante. Otros pintores, como Zurbarán, empezarán a reflejar las “vanitas” o naturalezas muertas como un concepto de filosofía de vida muy asentado entre la sociedad de entonces: el miedo a la muerte. Los bodegones van a recoger el momento con determinados elementos de la época: joyas, instrumentos, relojes…Convirtiéndose el cuadro en un propio reloj, en donde la vanitas que se muestra no es más que otra vanitas que la engloba; el reloj dentro del cuadro; un ejemplo de aquel Uroboros antiguo. El primer cuadro español con un reloj de bolsillo sería el “Bodegón” de Velázquez en el Prado en el siglo XVII.

Los relojes serán una constante en las Vanitas españolas. El reloj más pintado dentro del arte barroco será el tipo “candil”, inventado en París por la familia Raillard. Los Raillard eran una familia de relojeros parisinos pertenecientes a los siglos XVII y XVIII. De los tres relojeros Raillard más importantes conocidos, Claude será el mejor relojero de su tiempo en París. Es posible que fuera el primer Claude (1646) quien realizase el primer reloj de candil, y también en 1630 el primer reloj de bolsillo. Pero al margen de los tipos de relojes que incluían las vanitas, deberíamos preguntarnos: ¿por qué surgió con tanta fuerza este género? Surge para mostrar lo perecedero de la materia viva. Como en “Sueño de la vida” o “Desengaño de la vida” ambas de Pereda, en el Museo de Bellas Artes de San Fernando.dream De nuevo en ambos, el tiempo entremezcla distintos elementos que cruza con la muestra más vil de la putrefacción, las calaveras con sus cuencas vacías, acompañadas de una corona y un cetro, incluso de una tiara papal. Como se aprecia en “Vanidad” de Pereda en el Museo de Viena donde junto al candelabro reza “Nil omne”, es decir, “todo es nada”. Aparecen dos relojes, uno de arena junto a una calavera, el tiempo pasado, y una pieza astronómica de complicado mecanismo y decorado con chapiteles, como símbolo del tiempo presente y futuro, por aquello de la necesidad del hombre de saber sobre su destino para saber cómo evitarlo. Estas vanidades de Pereda incluyen siempre personajes como: el ángel, el caballero dormido, la efigie de una dama, pero siempre para mostrar que el hombre no es inmune al paso del tiempo.

La pintura holandesa también cultivó el tema de las vanidades por pintores como: Collier, Claeuw o Steenwijk. Pero la escuela flamenca se diferencia por un mayor uso de colores frente a la española. El más importante sea Jean Brueghel de Velours en el Prado con su serie de “Los Sentidos: el oído” donde recoge distintos tipos de relojes. La escuela italiana, no será tan profusa en “vanitas” como los PP.BB. o España. La “vanitas” más preciada de fines dFinis_gloriae_mundi_from_Juan_Valdez_Lealel siglo XVII español vendrá de la mano de Valdés Leal con “Jeroglífico de nuestros últimos días” en el Hospital de la Caridad de Sevilla por encargo de Miguel de Mañara con dos cuadros:
In ictu oculi” y “Finis gloriae mundi”. No representan relojes, pero sirven como ejemplo perfecto de la mentalidad barroca.